Una de las principales decisiones que de forma periódica se debe tomar en una empresa, independientemente de su tamaño, tiene que ver con la financiación. La principal disyuntiva que surge es si utilizo financiación propia o ajena, claro está, cuando se dispone de la primera, que es algo que muchas veces no ocurre.
Te vamos a dar a algunas pautas para que sepas en qué casos es una buena opción utilizar los recursos propios generados por la actividad de tu empresa. También te ofreceremos las principales razones para acudir a la financiación ajena. Finalmente, te contaremos la realidad de cómo se financian principalmente las empresas españolas.
Financiación propia, ¿qué es? ¿cuándo escogerla?
La financiación propia es aquella que, generada por la actividad normal de la empresa, tenemos disponible en nuestras cuentas de tesorería o en otros instrumentos financieros generando rentabilidad.
Cuando una empresa comienza los recursos propios son las aportaciones al capital social realizadas por los propios socios. En una empresa en funcionamiento son los beneficios generados anualmente, en caso de haberlos, y las reservas dotadas en ejercicios anteriores procedentes de beneficios no distribuidos o distribuidos solo en parte.
Por ejemplo, en una sociedad limitada con un capital social de 12.000 euros este importe será el correspondiente a la financiación propia. Dicho capital social es utilizado en los inicios para afrontar las primeras inversiones, los gastos iniciales de puesta en funcionamiento y puede quedar, es conveniente que quede, un remanente disponible en caso de posibles tensiones de liquidez en la espera de generación de los primeros ingresos de la actividad que puedan servir para empezar a financiar los gastos corrientes.
En sentido estricto a ese capital social le llamamos recursos propios, aunque en la realidad dichos recursos puedan provenir realmente de financiación ajena, de personas o entidades no participantes en el proyecto de forma directa, a la que se recurre para poder incrementar los fondos iniciales del proyecto.
Aunque en muchas ocasiones las aportaciones al capital son realizadas por los socios con cargo a sus ahorros personales, en otras ocasiones se acude a préstamos de familiares, de amigos, de instituciones financieras u otras fuentes como el Crowdfunding o Business Angels, eso sí, comprometiendo de forma variable la independencia del proyecto.
Según el informe GEM 2019-2020, un 58,5% del capital semilla requerido para la puesta en marcha y desarrollo de nuevos negocios en España provenía de los ahorros personales, seguido, en segundo lugar , con un 21,1 % de las instituciones financieras, y en tercer lugar un 6,9% de los recursos eran facilitados por familiares de los emprendedores.
Porcentajes de financiación propia utilizada – GEM
Suponiendo que disponemos de recursos propios, ¿me conviene acudir a financiación ajena?
Depende del coste de oportunidad. Si dichos recursos propios los tenemos inactivos en bancos o colocados en algún instrumento financiero disponible pero con una rentabilidad muy baja, y puedo utilizarlos sin comprometer el total disponible, sino solamente una parte, el acceder a ellos es una opción interesante.
Por ejemplo. Si dispongo, entre capital y reservas, de 50.000 euros en una cuenta corriente o en un depósito con una rentabilidad del 0,5% y necesito adquirir una máquina que me va a costar 20.000 euros tendré varias opciones:
1.- Financiar la compra de la maquina en un 100% con los recursos propios. Después de la inversión quedarían 30.000 euros de fondos propios.
2.- Financiar la maquinaria en 50% con fondos propios y en otro 50% con financiación ajena bancaria.
3.- Financiar el total con financiación bancaria, ya sea vía préstamos o vía renting, en función de las características de dicha máquina.
Si suponemos que la financiación bancaria va a suponer un coste estimado del 5% anual, claramente supondrá un ahorro el utilizar los recursos propios, más aun si está en duda la generación de ingresos adicionales que permitan atender las cuotas del préstamo o del renting. Sin embargo, si la rentabilidad que produce la inversión es superior al coste de la misma, la financiación ajena será una opción óptima, a priori.
Aunque en los casos expuestos se podría cubrir, en caso de necesidad, un posible déficit entre el importe adicional de la cuota y los nuevos ingresos generados con parte de los recursos propios.
Si además no estamos hablando de grandes empresas cotizadas en bolsa, el factor reparto de dividendos que puede afectar al valor de las acciones no entrará en juego. En este artículo nos estamos refiriendo a pequeñas empresas.
Otras consideraciones a tener en cuenta serían la situación de solvencia de la empresa a la hora de acometer la inversión. Si tiene ya un excesivo endeudamiento externo puede que más endeudamiento ajeno ni siquiera sea una opción o ponga en riesgo la estabilidad de la empresa, sobre todo si ese nuevo endeudamiento es a corto plazo y se destina a financiar la compra de activo a largo plazo como es el caso expuesto de compra de maquinaria.
En resumen, hay que valorar cada caso de forma individual en función de las características propias de cada actividad, de la posible variabilidad de los ingresos y del riesgo que se quiera asumir.
No es lo mismo una empresa que se dedica al SEO con un gran volumen clientes que proporcionan ingresos mensuales recurrentes, que una empresa dedicada a la consultoría de usabilidad de páginas web que únicamente tiene clientes y proyectos puntuales.
En el segundo caso, atravesar un periodo sin nuevos proyectos, o que alguno de ellos de importe alto resulte impagado o se retrase más de lo normal, podría poner en peligro el cumplimiento de gastos normales de funcionamiento (alquileres, nóminas, seguros sociales, proveedores varios). Por tanto, mantener un porcentaje más elevado de recursos propios disponibles es más conveniente en casos de alto riesgo de disminuciones temporales de ingresos.
Financiación ajena. Razones para escogerla
Aunque para la mayoría resulta claro qué es la financiación ajena, hacemos un breve repaso sobre las fuentes de financiación que están encuadradas bajo esta denominación, ordenadas de forma decreciente según su uso en España, tomando los datos del informe de 2021 de la Sociedad de Garantía Recíproca CESGAR. Hablamos de:
- Créditos de los proveedores mediante el incremento de los periodos de pago (24,2%)
- Préstamos bancarios (23,9%)
- Líneas ICO (22,5%)
- Línea de crédito o descuento bancario (21,5%)
- Leasing (12,5%)
- Avales y otras garantías (4,4%)
- Confirming (3,5%)
- Factoring (0,7%)
- Crowdfunding o crowdlending.
Algunas razones para escoger alguna de las modalidades de financiación ajena existentes, siempre suponiendo que se mantiene un ratio de endeudamiento asumible por la empresa y basado en su capacidad de generación de ingresos para crecer y así afrontar las deudas adquiridas con solvencia, son:
- Necesidades relacionadas con activo corriente (existencias, clientes o tesorería) deben ser financiadas con pasivo corriente. Por ejemplo, si tenemos desfases de liquidez temporales por retraso en cobros de clientes o en la propia venta de productos, el instrumento ideal sería la financiación ajena a corto plazo través de incremento del periodo de pago de proveedores, líneas de crédito o descuento bancario, factoring o confirming.
- Como regla general, acometer inversiones a largo plazo con el fin de incrementar la capacidad productiva de nuestra empresa va a requerir de importes elevados de capital que supere el disponible existente como recursos propios. Más aun si se trata de inversiones no planificadas. En estos casos lo normal es que no dispongamos del importe necesario, o aun teniéndolo, puede ser demasiado elevado o exigir perder parte del colchón financiero creado.
Igual que en el caso anterior si tenemos que adquirir un vehículo nuevo o robotizar parte de la empresa, acudir al renting, leasing o a préstamos a largo plazo, nos ayudará a mantener una alta solvencia, siempre que la alternativa no sea mantener los recursos propios ociosos o descapitalizar la empresa.
- Actualmente existen instrumentos de financiación ajena como el renting que no incrementan en el balance los niveles de endeudamiento, debido a que se contabilizan como un alquiler y, por tanto, no incrementan el ratio de endeudamiento.
Por supuesto, puntualmente podemos utilizar los recursos propios, pero si son situaciones que no son coyunturales sino estructurales del sector en el que operamos, lo idóneo es recurrir a las fuentes de financiación ajenas y no inmovilizar recursos perdiendo rentabilidad y renunciando a la motivación que supone para el pequeño empresario recibir un retorno de su inversión vía dividendos.
Conviene recordar que se deben encender las alarmas cuando en cualquier empresa veamos que el activo no corriente (activo a largo plazo como maquinaria, vehículos, ordenadores, instalaciones, naves, etc) se está financiando con pasivo corriente (deudas a corto plazo) ya que esto querrá decir que el fondo de maniobra es negativo y, por tanto, que el negocio se sitúa en una posición en la que podría no ser capaz de atender las obligaciones de pago a corto plazo con los recursos existentes también a corto plazo.
Se puede recurrir a la teoría económica que señala como ratios de endeudamiento óptimos aquellos que se encuentran entre 0,4 y 0,6, es decir, cuando el porcentaje de financiación ajena supone entre el 40 y el 60 por ciento de la financiación propia. Más del 0,6 puede indicar exceso de endeudamiento de fuentes externas y menos de 0,4 puede indicar la existencia de capital propio ocioso.
En cualquier caso, hay que conocer la actividad, el sector o la fase en las que se encuentra la empresa para determinar si una reestructuración de la financiación supondría un aprovechamiento más óptimo y rentable de los recursos económicos.
Conviene ver cada caso concreto y, si se desea orientación, acudir a informes de otras empresas que sean competencia directa y que por tanto pueda ser susceptible de una buena comparación.
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